sábado, 30 de agosto de 2008

De la imperfección (Biología y ética. Parte primera)

Bueno, bueno, partamos del hecho de la imperfección del hombre.
Para todos aquellos que pensaron egoístamente que la perfección como tal corría por sus venas les concedo razón. Y para todos aquellos que pensaron que el hombre era un conjunto de imperfecciones buscando asentarse, no tengo argumentos para negarlo.
Vamos punto a punto. El hombre biológicamente y como ser vivo es perfecto. La naturaleza es sabia y también perfecta. Provenimos de ella y somos en su materia semejanza, similitud y perfección. Todo en nuestro cuerpo está perfectamente ordenado y en su lugar, disponiéndose a hacer lo que tiene que hacer. El corazón late, los ojos ven, el estómago se sacia, el cerero ordena, el sistema pulmonar nos hace respirar… sí, todo puesto en el lugar exacto. Pero entonces ¿las enfermedades? ¿Las deficiencias? Bueno, no hay que ser cerrados, hay que buscar un punto de equilibrio, somos de carne y somos susceptibles. Además no hay que olvidar que muchas de esas enfermedades son consecuencia de nosotros mismos. Así como nacemos, morimos; y nuestra muerte no termina con la vida. Los ciclos rigen el curso y lo que comenzó debe tener un punto de final, que dará origen a un ciclo nuevo. Y dentro de esas deficiencias y de esas aparentes amenazas que son las discapacidades en nuestros organismos existen también otros organismos creados por la misma naturaleza que así mismos están siguiendo el curso de la vida y obedeciendo la razón de su existencia. No somos la única creación. El agua cae, se evapora y vuelve a caer. No en el mismo lugar ni de la misma forma, pero lo sigue haciendo. Y la carrera sigue. Y somos perfectos.
¡Pero momento! Que la diferencia viene a ser marcada por la conciencia. Sin saber por qué motivo gozamos o padecemos según sea el enfoque, de un pleno conocimiento que no nos permite cegarnos ni andar únicamente pululando sin rumbo alguno. Por absurdo que parezca esa es nuestra imperfección, la cual no nos hace mejores ni peores quiero aclarar, pero nos da la capacidad de decidir por nosotros mismos y la oportunidad de ser dispares. Lo que haga el hombre, ya no ser vivo, sino humanidad, es el punto de partida. Es ese el punto de inflexión y es en el mismo ciclo del que formamos parte donde dará sus frutos. De ahí provienen nuestras debilidades, nuestros tropiezos con la vida y las decisiones erradas, la injusticia, los políticos, los choques, las guerras, las discusiones, las palabras, los pensamientos, los sueños, los deseos, los versos, las creaciones, la familia, la sociedad, los conceptos, la claridad… no nos movemos por mero instinto, pues aún así el que lo hace está conciente de ello y eso lo vuelve un ser pensante. Así es, la ética y la moral vienen a aparecer. Que son cosas diferentes hay que aclarar también. Y tan cierta y universal es su existencia que nos indignamos al pensar que uno igual que nosotros tenga el descaro de abusarnos. Además de todo dudamos. El hecho de dudar deja claro cuestiones que no conocemos, que no tenemos por sentado ya que si no lo hiciéramos sabiéndonos seres pensantes, sería evidente nuestro claro entendimiento de lo absoluto. Aún así, dudamos, desconocemos pero seguimos dudando y eso nos lleva una vez más al pensamiento. Es una cadena: dudas porque piensas, pero dudas por que no lo sabes todo y toda esa perfección no puede caber en tus posibilidades porque es más grande que tú aunque formes parte de ella, porque no puedes presumir de la misma virtud aunque estés rodeado de esta. Los animales no dudan, pues no piensan y aún así no saben nada, pero no se reconocen ignorantes y no es su culpa. No está en su naturaleza pensar.
La imperfección no nos hace malos, el hombre es bueno por naturaleza (aquí va de nuevo) pero es libre por vocación y sin capacidad de decidir seríamos todos lo mismo y seguiríamos siendo perfectos porque no habría diferencia. En la elección radica la libertad y la libertad se incuba en el hombre esperando ser utilizada. El resultado de esta puede tener tantas vertientes como personas en el mundo. La imperfección no es un defecto, es un accidente y todos crecemos accidentándonos. Ese accidente viene a regalarnos la autenticidad y una doble esencia, que además de ser humanos y sabernos humanos, nos hace buscar la respuesta a quiénes somos en lo particular, cada cual, lo que nos hace no ser nadie más. La imperfección existe porque somos capaces de reconocer lo bueno y lo malo.
El hombre es la creación más perfecta, pero no es perfecto. Aunque seamos un todo, el todo se divide en partes y aunque todas estén ligadas, tienen camino propio. Y la división no es una desunión, es la complementación de lo que existe individualmente que nos hace ser un todo en su conjunto. Un todo que no puede existir sin alguna de sus partes y esas partes que tienen como consecuencia curso propio.

viernes, 29 de agosto de 2008

Revelación

Lloré desahuciadamente como si fuera mi funeral y apenas comienza la vida.

jueves, 28 de agosto de 2008

Desahogo

Bien, esto más que ser un simple escrito que quiere tomar formas literarias o cumplir rítmicamente con las armonías que encausan los versos es pura palabrería de desahogo. No tiene fondo, no tiene camino, ni espacio, ni importancia ni futuro. Pero está cargado de rabia y de descontento; de un sentimiento de arrebato y una fuerte contradicción.
Hoy me siento idiota, ruin, incomplaciente. El ser humano más abrupto sobre la tierra. no pienso, estoy cegada por la estupidez y me siento totalmente embrutecida, incompetente, displicente, impotente y para terminar de reventar la víscera auto indiferente.Me reconozco agnóstica e incapaz de comprender la magnanimidad de lo absoluto, pero aún eso no me basta. Busco la verdad y dudo, pero ya no se trata únicamente de cuestionarse, se trata de encontrar respuestas. Se trata de pensar ¡y me doy cuenta de que no lo hago! Que mi cerebro está paralizado y aún con mi esfuerzo no lo logro… que ironía ¡ja! Una filósofa que no sabe pensar… ¡Qué idiotez! No lo sé… no puedo ser tan cobarde como para cesar en el intento pero aquí mismo me siento perdida, no puedo regresar ni encontrar el horizonte.

II (Cuentos del balcón)

Esa madrugada ella tiñó de sudor su cuerpo. El sol la despertó brillándole la piel con ese amanecer y recostada mientras abría los ojos se percató de lo rojo que estaba el cielo a través de su ventana, se percató también de la soledad de las sábanas que cobijaban el pecho desnudo con el que se había quedado; palpitante y extenuado, esa noche hizo lo que nunca había hecho antes: amó hasta el cansancio, hasta la asfixia, hasta el sopor insoportable de los que lo tacharían de inmoral.
No era la primera vez que dormía en compañía, sin embargo sería la primera vez que la compañía se volviese fugazmente eterna. Que la piel que rozaba su piel fuera bélicamente dulce y necesario el reencuentro de la misma. Se allanó de la pasión embriagante que cualquiera gozaría y de las que muchos presumirían inalcanzable, pero ella lo logró.
El secreto que su corazón guardaría como puro y que su cuerpo atizaría evidente al caminar dando a cada paso, la complicidad de los dedos que viajaron más allá de lo descubierto, a un lugar que era hasta entonces inexistente. Disfrutó y vivió la vulgaridad por la que cualquiera pagaría sin precio alguno y su voluntad intacta y su integridad realzada y la vergüenza guardada hasta el fondo del cajón, intocable.
Y seguía tendida con el sentimiento desbordando y ya cuando el sol estaba en el centro de la tierra, una parpadeada y mirada de reojo reafirmó lo que venía amenazando en silencio: la soledad de las sábanas no guardaban ni el calor de lo que otro cuerpo pudo brindarle.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Siempre de paso

Todo aquel que lea esto puede presumir de tener vida. No, no es una sentencia: En el mundo somos más de 6500 millones de habitantes viviendo (o sobreviviendo según sea el caso) y muy pocos le damos el valor que merece sin asumir que haya necesidad de tomarla tan en serio. La cosa es, que reducido es el número a comparación de quienes nos hemos hecho alguna pregunta respecto al valor más grande de la humanidad: la vida y por ende, el valor madre de todo lo que pueda surgir puesto que sin ella no gozaríamos ni de lo bueno ni lo malo que podamos ser o poseer.
Que si la vida es “la transición a la muerte”, “una guerra sin tregua, y morimos con las armas en las manos”, “no es nada, ciertamente, pero es divina”… ha sido siempre la víctima de nuestros agradecimientos y la culpable de nuestras desgracias. Placer para los hedonistas, sacrificio para los estoicos, reencarnación para los budistas, partera de los seres más despreciables de la humanidad para los pesimistas, el peor enemigo para los adolescentes, la creación y regalo más maravilloso de nuestro señor para los religiosos, la Madre Patria para los nacionalistas, fue y será una porquería para Enrique Santos, y sin embargo no deja de ser lo más maravilloso; y se seguirá escribiendo de ella, despotricando, amenazando o alabando mientras dure.
Ya antes los aztecas veneraban a sus dioses ofreciéndoles vidas y el deshonor más vergonzoso era pagado con la muerte; dicen que un tal Jesús ofreció la suya por los hombres. ¿Qué tanto valor puede tener esta cuestión para ser la recompensa mejor pagada o el castigo menos deseable? Y cuando se trata de darla, no hay poder más divino que éste ni alegría más envidiable que ver a alguien gozarla.
A mí la vida me ha sonreído y me ha dado la espalda muchas veces, me he enamorado, he sufrido, he llorado, he rezado y por que no decirlo, he estado dispuesta a renunciar a ella, a asesinarla… ¿ves alguna diferencia con la tuya?
“El pensamiento no puede tomar asiento, el pensamiento es estar siempre de paso” y la vida también. Ciertamente el pensamiento se nos adelanta, no tiene límites más que los que nos otorgamos y es capaz de llegar a donde uno no podría ni con cinco vidas. Viaja y no se detiene incluso aunque nosotros intentáramos sabotearlo. Pareciera tener, irónicamente, vida propia. Va de un lado a otro sin pedir permiso, acariciado algún recuerdo, gritándonos la conciencia o exclamando un por qué. El hilo conductor sigue siendo transparente; una sola palabra, una sola idea, incluso un simple parpadear, un nuevo amanecer frente a nuestros ojos da pie constante al viajero inalcanzable y errante que nuestro pensamiento juega dentro del reloj que sigue contabilizando nuestra existencia. Hablando, parlando nuestro cerebro con nuestros sentidos, encaminando el pensamiento que se ha de vomitar ante la realidad. Así la vida va pasando, entre instantes y momentos que si no es el pensamiento será la realidad y ganancia sería que ambos convergieran y acentuar complicidad.
Es imposible pensar en la vida sin que aparezca fantasmal la señora muerte. No es un retrato aterrador para todos los vivientes, si es sin embargo lo que muchos aseguran lo único realmente constatable en esta carrera: su final. Pero no nos adelantemos.
Estamos viviendo todavía y hay que enfocarnos en ese punto.
El momento en donde respiramos por primera vez, o en el que anteriormente fuimos concebidos con singular alegría, placer o mero accidente no es más que nuestra primera huellita, la lucecita que amenaza con convertirse en hoguera y que luchará insaciablemente por llegar a hacerlo.
Con el tiempo nos damos cuenta que esto de vivir no es nada fácil y sin embargo ¡es lo más sencillo de la vida! Después de abrazarnos tiernamente con el pecho materno y la fortaleza de unas palmaditas de papá para asegurarnos el endurecimiento, la vida empieza a jugar con nuestras tiernas conciencias que van poco a poco, unas más prontas que otras, despegándose del vacío. Ahora sí, el mundo es tuyo. Sin embargo empieza a calarnos la piedrecita en el zapato y empezamos a notar a todos nuestros compatriotas en la humanidad luchando ante la misma causa: vivir.
¿¡Cuántas veces no se nos olvida que la tierra gira en un mismo sentido para todos!? Que si nuestro sufrimiento es grande, el de tu vecino puede ser peor. Y aún así seguimos embarrándonos la patente de la autenticidad y los descalabros los adoptamos como nuestros. Que ciertamente lo son, pero no hay que ser tan egoístas como para pensar que nuestro cráneo es el único de hueso.
Sin experiencia nos tiramos de lo alto y poco a poco vamos tomando vuelo y aleteando mientras logramos el control (lo que nos corresponda) de nuestro curso.
La vida es algo maravilloso porque aunque el sufrimiento lo padezcamos todos, siempre habrá alguien dispuesto a padecerlo con nosotros y así, cuando otro sea el que lo sufra nos tocará a nosotros regresarle a la humanidad lo que nos prestó.
Y en esa transición y en ese camino en el que estamos siempre de paso las alegrías son el motor vibrante que cascabelea, eso que siempre nos hará ver el cielo hermoso aunque se hunda entre las llamas, y las ganas de vivir y seguir asombrándonos con la belleza que la vida misma trae por ser vida, seguirá siendo el ideal a defender. Y es por eso que se vuelve tan maravillosa, porque nomás hay una y porque estaríamos dispuestos a lo que fuese por vivirla como queremos hacerlo. Es nuestra, nuestro lienzo a pintar, lo que nos pertenece aunque no sea para siempre y aunque no nos alcance, nuevamente para lo que nuestro pensamiento ya recorrió miles de veces.


“Así crecí volando, y volé tan deprisa que hasta mi propia sombra de vista me perdió; para borrar mis huellas destrocé mi camisa, confundí con estrellas las luces de neón”.

Guerrillero

Se acercó el silencio besando las hojas
que dormían en el suelo,
que cubrían la tierra que cobijan tu cuerpo.

Sí, porque el mundo te extraña, guerrillero,
que si no fuera por tus rabiosos ojos
estaríamos contagiados, sin motivos.
Porque fue tu carne la que alimentó los ríos.

Qué tristeza que tu muerte, guerrillero,
sea la que te corona como héroe,
y no tu lucha impaciente
la que terminara, taciturna, la ignominia,
el desamparo de los que se olvidan.

Lloran mis ojos, viejo amigo,
porque sin haberte conocido, te conozco,
porque mi boca desesperada por
querer alzar tu grito y ser siempre sepultada.

¿Hasta cuando regresará la conciencia?
La razón de la muerte de tu cuerpo
y de todos los demás sepultados
que volvieron trascendente su objetivo
que todavía tiene puños levantados.

Que si somos muchos, que si somos poco,
¿Qué más da si resistimos? Más luchamos,
más arraigado el fusil al pecho.

martes, 26 de agosto de 2008

Barlovento

Saboreo la sal que se pega en mis labios
empapados de brisa y anciando libertad.
Deposito mis penas sobre el agua,
me hago una cuna con el mar.

Se izará mi alma sobre el viento
me marcharé con un ideal mar arriba llamado Barlovento

domingo, 24 de agosto de 2008

III. En prosa (Poemas a la lejanía)

Es curioso, hoy te extraño y sigue lloviendo. ¿Será que vienes con la lluvia? Tal vez sí, porque la siento fuerte… muy fuerte. El cigarro regresó como era la costumbre, en las mismas cantidades anteriores y es inevitable sentarme en la ventana a buscar la luna aunque hoy no esté. No importa, estás tú y huele a lluvia. Sólo quiero creer que existes.

viernes, 22 de agosto de 2008

II. En prosa (Poemas a la lejanía)

Hoy llueve. ¿A quién no le gusta ver llover? La melancolía una vez más me invade y es que esas gotitas que a simple vista se vuelven tan simpáticas siempre traen consigo más de lo que uno se imagina poder sentir. Las gotas tocaron mi cara y por qué no decirlo, resbalaron por todo mi cuerpo. Sí, una vez más me entregué desnuda a ellas y puedo decir que no hay mayor placer que sentir como van rodando desde arriba hacia abajo, y van viajando y se detienen en mi ombligo y acarician mi cuello y besan mis labios… y llegan a mis pies y todavía en esa parte siguen siendo electrizantes. Una pizca de vitalidad se va tornando agua y después se torna vida que toca vida, que se estampa con la carne y la empapa y la seduce.
Como siempre es en mi ventana y las gotas me impiden abrir los ojos, pareciera como si escondieran una forma que no quieren que sea vista, sólo quiere ser sentida.
El cuerpo es bello y en comunión se vuelve más intrigante. Mi piel brilla y es porque está mojada y le gusta y lo sé porque es palpable. Se siente.
Es imposible no viajar en lejanía y volver a creer en los milagros; la tierra está mojada, reconozco ese olor porque lo tengo muy presente, huele a nostalgia: huele a mí. Mi cabello está empapado como si sudara por sí solo, se pega a mi piel y me recuerda a la tuya. ¿Qué será eso que te vuelve un estigma? Debo decir que me dueles, pero hoy te gozo porque llueve y me transporto contigo y aunque todavía dudo de tu existencia nuestros ojos ven a través de la misma retina. Eso lo sé…
El agua sigue corriendo y en la calle no hay nadie. ¿Por qué la gente parece huirle a la lluvia? Cómo si le debieran algo a ella, como si quisieran escabullirse del recuerdo.
Las gotas siguen jugando y siguen viajando cada vez más rápido, también golpean más fuerte… creo que tratan de decirme algo porque están sacudiéndome pero no importa, yo me entrego a ellas y sigo enajenada como sólo tú sabes. Hoy te extraño aún más cuando eso me parecía imposible.
Mi pecho sigue brillando, mi cabello está escurriendo y aunque mis ojos están cerrados sé cómo luzco y cómo luce todo a mi alrededor. Puedo decir que es sublime.
Hoy es un día de esos en los que me siento bella y tú no estás para notarlo.
Hoy llovía y ya en este punto es imposible no viajar por tu cabello. Es curioso, creo que me observas y eso vuelve mi desnudez un tanto más susceptible.
Dejó de llover… aún así me niego a abrir los ojos.

I (Cuentos del balcón)

Había una vez una joven de pelo oscuro y ojos tristes, y así como sus ojos estaba también su corazón: desolado. Su vida monótona la aburría, la gente superficial la iba hartando cada vez más y la mayoría de la gente con la que convivia era en efecto, superficial. Todas las noches los ojos tristes de la joven se fijaban en el cielo esperando a que llegara la luna; le escribia, le lloraba, la amaba y le pedia, le añoraba que la ayudara a entender, a encontrar una razon. Sus compañeros nunca dejaron de ser un lapiz y una hoja de papel... sin embargo por más que la niña preguntaba la luna nunca contestaba... aun así, seguía esperando ferviente a que ese astro se asomara porque esa luz tan penetrante y tan tenue la hacia sentir aompañada. Cada noche era la misma pregunta y la misma soledad. La luna nunca respondía...
En una de esas noches, cuando el sentimiento la arrebataba tan fuerte que parecía insoportable empezó a escribir, al terminar se dió cuenta que se hacía amiga de su propia soledad. Vió a la luna triste y por primera vez la luna habló: Te tienes a ti misma, con eso basta.
La joven entendio: la luna tenia un ciclo, menguaba, se llenaba y volvía a menguar. No siempre estaba plena, pero sabia que volveria a brillar grande y redonda... ¡y no necesitaba de nadie para hacerlo! y cuando brillaba todos la amaban y cuando menguaba todos padecían con ella y aún así, la seguían amando.

jueves, 21 de agosto de 2008

Soledad

Es cuando tú, bella amante, acaricias mis entrañas
Es cuando vienes a visitarme, luna de todas mis noches,
Cuna de toda mi vida, que mis sentidos se despiertan.

Es por ti, Madre, que me encierro en ese sueño
Estrujando los quebrajos que me quedan,
Gritando sin aliento, viendo, solo viendo pasar el tiempo
Cada vez más distantes los deseos.

Se marca en mi rostro la dureza de mi alma,
Al hundirse mis ojos se esconden los latidos,
Rechina en mis oídos tu llanto resonante,
El intento por tenerte, por beberte, de entenderte,
De ceñirme a tu cintura, de clávarteme en el pecho.

¡Ay! Qué oscuridad tan amarga la que me deja en este olvido,
Qué vació me rodea para necesitarte siempre conmigo.

¡Qué me saquen los ojos! ¡Qué me corten la lengua!
Nada necesito, nada necesito mas que memoria para estar contigo.
Para reconocerte cuando llegas sofocada,
Sólo mis manos para tocarte taciturna,
Sólo mis manos para acariciar con soplos tu figura.

Quédate conmigo compañera, hasta mi muerte.
¡Qué desgarre! ¡Qué dolor el que me invade!

Regálame tú la flor que selle mis labios,
Regálame la llave de la vida eterna,
Condena tú mi tumba, vísteme de blanco
Asfixia con tu lecho mi cadera.

¡Ay! Que oscuridad tan amarga la que me deja en este olvido,
Qué vació me rodea para necesitarte siempre conmigo.

Que me despojen del mundo! Que me arrebaten de todo!
Nada necesito, nada necesito, sólo corazón para sentirte
Y si quieren que me lo apuñalen quince veces
Que tu violín llorando se clava en mi vientre
Y ningún silencio podrá fusilarlo.

Seductora y señora de mis obras,
Entrego a ti mi inspiración,
Amante de mi amor secreto
De mis arranques y de toda mi pasión...

Quién más que tú, Soledad
Para confiarte todos mis anhelos
Quién mas que tú que te embriagaste de mis lagrimas
Y cantaste los deleites de mi cuerpo.

La dama que me trajo al mundo,
La que acompañó mi libertad,
que me presto sus manos, sus alas para aprender a amar,
a amar como lo hacen los cobardes,
a vivir como lo hacen los amantes.
Con unos versos tras la espalda y un fusil en la garganta.

Mi amor imposible, mi fecha marcada,
Si yo supiera expresarte entera
No estarían mis labios lavando tu pecho de tibio dolor,
No estaría mi cuello viendo rodar crudeza,
Ni mis entrañas temblarían al dibujarte en tu esplendor.

No te separes de mí, pequeña confidente,
Aún cuando se acorte el camino rocíame de ti.

Viste mi altar de luto que se va acercando el fin
Y yo me marcharé contigo,
Tocarán tus violines desgarrantes para mí.

No me duele dejar el mundo ahora.
No quiero existir fuera de ti, te ruego, te suplico nana mía,
Seca mi vida en este instante, entra con tu canto a envejecerme,
Dame más para morir.

Qué agridulce me es la desgracia de saberte siempre conmigo,
Qué profundo el abismo que me traba frente a ti,
Qué infinito el suspiro de tu sombra,
Qué dicha que mi encierro seas tu.

¡Ay! Que oscuridad tan amarga la que me deja en este olvido,
Qué vació me rodea para necesitarte siempre conmigo.

Nada necesito para estar conmigo, Soledad,
Que hacer el amor contigo
Y desistir de la vida y de los cuerpos
Y seguir el dulce rastro de tu rostro de caprichos y alegrías
Que me ordenan a dormir y me arrebatan con los dientes mi pasado.

Nada necesito para estar conmigo, Soledad,Que estar contigo.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Sin título

Yo soy de la vida, poeta,
De la poetiza hija
Que del corazón surgieron
Las primeras poesías

Que se incrustaron en el viento
Que se llevó las palabras
De la pobre melodía que nace
De mi conciencia abotonada

Que le canta a la vida,
Que le canta en poesía,
Que de mi corazón surge
En forma de tristezas y alegrías

Yo soy de mí misma
la razón de mis instintos,
Que de la poetiza, hija
Y del poeta, la vida.

Auto-proyección (Cartas a la despedida)

Si bien, esta carta es algo dificultosa, más lo es empezarla. Así que no te fijes mucho en la formalidad inicial. Confío en que poco a poco iré regresando a mis desparpajos.
No quiero pensar que esta será la última carta que te escriba, pero cada vez se va acercando más el tiempo de la despedida y nunca sabremos si es para siempre…
La nostalgia empieza a recaer en mis cejas y mi ceño se está endureciendo. Hay muchísimas cosas que decir, y al parecer a ti y a mí el tiempo nos juega siempre a su antojo. ¡Qué ingrata la vida por oscilar con nuestros sentimientos! Pero más ingrata fui yo al haberte desperdiciado.
No sé cuando pasó que empezamos a pasar juntas tanto tiempo y tampoco supe como sucedió la separación. Reconozco que la mayor parte fue mi culpa, yo tomé la decisión y tu me respetaste.
¡Ay D….! Me muerdo la lengua sin lograr decir lo que quiero. Y es que las palabras nunca son adjetivos suficientes para el corazón. No para el mío.
Yo me enamoré de la niña de los ojos tristes distraídos que dejaba ventilar toda su alma a través de ellos. Esa pilla tan cínica que con una sonrisa hace que el enojo se te baje. ¡Ay! Esa niña que cómo daba lata hasta conseguir lo que quería, y si no le gustaban las respuestas… simplemente lo ignoraba. Sí, me enamoré de ti; de tu cariño, de tu apego a mí. Lamentablemente, me enamore más de mí misma. Soy demasiado independiente como para aceptar necesitar a alguien más y sin embargo, esto no quiere decir que no lo haga.
Pero hablemos de ti, no de mí y regresemos a lo nuestro. Te veo y te siento tan tierna, tan sensible y tan voluble a los daños externos que me preocupa. La gente no es lo que uno espera. Cuídate, cuídate mucho por favor; No te lo pido, te lo imploro. No te pierdas. No te vendas por tan poco Diana, nada vale lo que tú eres y no compres a nadie por menos.
Te veo tan indefensa algunas veces que adopto una posición maternal. Muchas veces quisiera estar ahí para decir todo lo que tu no te atreves, y que aun sé que quieres decir. Para alentarte más, empujarte al borde para que vueles. Ese cachito de seguridad que a veces te traiciona.
Cuando recibí tu carta me identifique con tantas cosas que fui y otras tantas que pude ser, que la melancolía me apuñaló y ahora que me gustaría recuperar todo el tiempo que perdí, es el tiempo el que me agobia con su expiro. Me duele haberte abandonado cuando tal vez me necesitabas, fui demasiado egoísta. En mi anhelo por libertad me tire al abismo y en nombre de ella te lancé a la basura. Y ahora, alguien más inteligente que yo hace lo que yo no supe, lo que yo no me atreví a aceptar. Me da gusto verte gozar y a veces me da tristeza no ser yo la que lo hace. ¿Qué habría sido de nosotras si todo hubiera seguido?
No sé si son más los pesares o las alegrías. La nostalgia es un sentimiento siempre existente, viene cuando lo decide y no hay medicina para aliviarla. Esa sensación de soledad y anhelo. Esa mezcla de memorias y tristeza. Indudablemente el motor de los recuerdos.
Y aquí viene de nuevo esa dama. ¿Nos volveremos a ver? No lo sé. No quiero pensar en la despedida porque recaigo en mi estupidez. Eso ya no lo puedo arreglar. Sin embargo aun me encuentro rejega a la idea de mi colapso. De que mi ciclo terminó. De que tu nuevo ciclo esta por empezar.
Te quiero D…., y aquí si falsea mi fortaleza, porque a esta altura del partido las caídas empiezan a romper los huesos y el corazón. Ya no más frases bien hechas, ni palabras vacías. Te quiero, y a pesar de todo, incluso de mí, lo hago. No sé cómo demostrarlo ya, sólo queda el deseo de que lo creas. Sé que no lo digo mucho, pero el hecho de revivir un poco lo que era antes me hace feliz. Sentirme perdonada de alguna manera me aumenta la esperanza.
Cada día que pasa te veo mas lejos y te quiero tener mas cerca. Ya no recuerdo como duermes… y lo que más me duele, es que sé que ya no lo haces de la misma manera. Has cambiado D….., no es malo, pero me lo he perdido.
A veces te veo seca y eso es lo que más me aterra. No tires tu sensibilidad; es tu arma más poderosa… no te niegues y no te extingas. Sólo sintiendo sabrás que sigues viva y aunque lo que sientas sea dolor ámalo como parte de tu vida.
Lo que te voy a pedir no es nada fácil: Te pido que no te abandones, porque si lo haces me abandonarás a mí. Estás creciendo, conserva tus grandes virtudes que así te quiero.
Sigues siendo blanca, pura, no permitas que te manchen nadie por ningún motivo. Solamente tu podrás inventarte, solamente tu podrás hacer lo que quieres, solamente te tienes a ti. He ahí la importancia de saber quién eres.
Me despido por ahora, no es todo lo que te quiero decir. Es sólo parte de una pequeña reflexión.
Te quiero libre, pero sobre todo te quiero feliz.

Y como dice Silvio: “Cuida bien tus estrellas mujer”.

Mi pequeña estatua de sal, no dejes que la marea te destruya y si el viento sopla, no temas entregarte a él… siempre te llevará a un lugar más cercano a ti.

Nota

Escapar de la realidad viene siendo de vez en cuando constante.

martes, 19 de agosto de 2008

A Federico

No es mentira que te diga que te quiero
Y que detrás de mis cuencas pasee tus ideas
Y las traiga de regreso aún sin entenderlas una vez.
Tal vez no las entienda ni una, ni dos, ni tres…
Puede ser que no te alcance nunca,
Que te me escurras de las manos,
Te me corroas por los dedos y no te toque
Ni siquiera con las puntas de mis uñas.
Tal vez es que no te merezca.
Dentro de este subconsciente acelerado
Prefiero recordarte todavía medio curveado,
Protegiéndote de mí o del mundo,
Todavía medio sofocado, todavía con memoria.
Prefiero revivirte a mi lado en recuerdos
E ir caminando juntos por la calle locamente
Revoloteando en la imaginación de quien nos juzga,
De aquellos que no nos entienden (o que dejaron de hacerlo)
En el punto de tus ojos sobre mis labios
Al equilibrio de tus pasos
Que te llevan bailando en el quita y pone de la inspiración
Que a mí me crea el sólo hecho de verte
Y que te traes en la sutilidad sobre tus hombros.
El sentimiento dormido que habita tras de ti,
Que se esconde entre las puntuaciones de tu aliento,
En los que me desvivo por descubrir.
Te quiero todavía Quijotesco, reservándote el silencio y el derecho de admisión,
Te quiero acariciando con tus formas mi interior.
No es mentira que entre todas mis proezas
Un susurro te reafirme que estoy enamorada de tu ser.


Gracias por ser el mas espectacular de los amigos y el mas soñador de mis colegas en la humanidad. Te quiero.

I. (Versos)

Entre el silencio y mi almohada
deshojo soledades.
Vibra la noche
En la cuna de la luna.
Vibra mi pecho
En la hondura de tu espalda.

una vez más, el inicio

Este es mi decimocuarto primer encuentro con la escritura. Sí. Vengo saliendo una vez más de un periodo de no-escritura. ¿Cómo es posible que para mí, que amo la expresión por ese medio me den esos ataques? No lo sé. Es entonces cuando caigo en la conclusión de que todo debe tener su tiempo de descanso. Así, cuando mi inspiración hace mutis, llegó su hora de dormir. La cosa es que no me gusta mucho respetar esos ratos de quietud, mi naturaleza es algo ajetreada así que no lo soporto mucho. Como siempre el inicio es torpe pero aquí comienza nuevamente.
Entonces, para facilitarme de nuevo la fluidez de las palabras, no de las ideas, pensé en empezar un tipo de diario, mas bien una serie de notas. No sólo ensayos, no solo poesía ni cuentos, no solo… nada. Simplemente notas y que vayan tomando la forma para la que estaban destinados.