Yo te prometí ser tu vidente
En las noches en las que, con agonías te batías
Entre el azufre de los infiernos
Y los inviernos con velos de melancolías.
Y juré ser un escudo
Con la luz de las estrellas reposado,
Juré ser tu soldado, tu reina, tu vasallo,
La partida de póker en tu mano
Y el hueso de las aceitunas de tu plato.
Tú juraste, muy en vano,
Que no me dejarías ni un sólo día;
Aunque debo decir que fue justa tu profecía,
Pues con la mano sobre la llaga,
De noche fue tu partida.
Y me quedé siendo entonces
La paleta sin pintor, vacíos versos de poeta
Sobre la cripta del mayor.
Y ésta es mi cripta ahora, y sobre ésta mis poemas
Y mi boca, duerme (a) diario, de aceitunas sin hueso llena.
Una luciérnaga apagada
Hace 5 años