Cuando supe vida mía
Que tu vida no sería más mía,
Y me quedaría con la vida puesta
En la puerta del jardín,
Esperando aquel verano
Y las lluvias del seco abril
Mientras el otoño pudría el centro,
Como un infeliz gusano,
De este tronco atalayado,
Arañado y usurpado por las ganas de matar.
Dejé de buscar excusas
Para seguir, ferviente, bebiendo,
Pero sólo en honor a tu nombre,
Mas no con ahínco y aferro
De quienes buscan en el líquido fresco
El inicio cualquiera de un vago verso,
El sabor insoportable de un ebrio beso
Y ebrio de ganas, un muy buen sexo.
Una luciérnaga apagada
Hace 5 años
1 comentario:
Genial, me gustaría seguir tu blog. Por ahora me despido, pero volveré
Un abrazo
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