viernes, 22 de agosto de 2008

II. En prosa (Poemas a la lejanía)

Hoy llueve. ¿A quién no le gusta ver llover? La melancolía una vez más me invade y es que esas gotitas que a simple vista se vuelven tan simpáticas siempre traen consigo más de lo que uno se imagina poder sentir. Las gotas tocaron mi cara y por qué no decirlo, resbalaron por todo mi cuerpo. Sí, una vez más me entregué desnuda a ellas y puedo decir que no hay mayor placer que sentir como van rodando desde arriba hacia abajo, y van viajando y se detienen en mi ombligo y acarician mi cuello y besan mis labios… y llegan a mis pies y todavía en esa parte siguen siendo electrizantes. Una pizca de vitalidad se va tornando agua y después se torna vida que toca vida, que se estampa con la carne y la empapa y la seduce.
Como siempre es en mi ventana y las gotas me impiden abrir los ojos, pareciera como si escondieran una forma que no quieren que sea vista, sólo quiere ser sentida.
El cuerpo es bello y en comunión se vuelve más intrigante. Mi piel brilla y es porque está mojada y le gusta y lo sé porque es palpable. Se siente.
Es imposible no viajar en lejanía y volver a creer en los milagros; la tierra está mojada, reconozco ese olor porque lo tengo muy presente, huele a nostalgia: huele a mí. Mi cabello está empapado como si sudara por sí solo, se pega a mi piel y me recuerda a la tuya. ¿Qué será eso que te vuelve un estigma? Debo decir que me dueles, pero hoy te gozo porque llueve y me transporto contigo y aunque todavía dudo de tu existencia nuestros ojos ven a través de la misma retina. Eso lo sé…
El agua sigue corriendo y en la calle no hay nadie. ¿Por qué la gente parece huirle a la lluvia? Cómo si le debieran algo a ella, como si quisieran escabullirse del recuerdo.
Las gotas siguen jugando y siguen viajando cada vez más rápido, también golpean más fuerte… creo que tratan de decirme algo porque están sacudiéndome pero no importa, yo me entrego a ellas y sigo enajenada como sólo tú sabes. Hoy te extraño aún más cuando eso me parecía imposible.
Mi pecho sigue brillando, mi cabello está escurriendo y aunque mis ojos están cerrados sé cómo luzco y cómo luce todo a mi alrededor. Puedo decir que es sublime.
Hoy es un día de esos en los que me siento bella y tú no estás para notarlo.
Hoy llovía y ya en este punto es imposible no viajar por tu cabello. Es curioso, creo que me observas y eso vuelve mi desnudez un tanto más susceptible.
Dejó de llover… aún así me niego a abrir los ojos.

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