jueves, 21 de agosto de 2008

Soledad

Es cuando tú, bella amante, acaricias mis entrañas
Es cuando vienes a visitarme, luna de todas mis noches,
Cuna de toda mi vida, que mis sentidos se despiertan.

Es por ti, Madre, que me encierro en ese sueño
Estrujando los quebrajos que me quedan,
Gritando sin aliento, viendo, solo viendo pasar el tiempo
Cada vez más distantes los deseos.

Se marca en mi rostro la dureza de mi alma,
Al hundirse mis ojos se esconden los latidos,
Rechina en mis oídos tu llanto resonante,
El intento por tenerte, por beberte, de entenderte,
De ceñirme a tu cintura, de clávarteme en el pecho.

¡Ay! Qué oscuridad tan amarga la que me deja en este olvido,
Qué vació me rodea para necesitarte siempre conmigo.

¡Qué me saquen los ojos! ¡Qué me corten la lengua!
Nada necesito, nada necesito mas que memoria para estar contigo.
Para reconocerte cuando llegas sofocada,
Sólo mis manos para tocarte taciturna,
Sólo mis manos para acariciar con soplos tu figura.

Quédate conmigo compañera, hasta mi muerte.
¡Qué desgarre! ¡Qué dolor el que me invade!

Regálame tú la flor que selle mis labios,
Regálame la llave de la vida eterna,
Condena tú mi tumba, vísteme de blanco
Asfixia con tu lecho mi cadera.

¡Ay! Que oscuridad tan amarga la que me deja en este olvido,
Qué vació me rodea para necesitarte siempre conmigo.

Que me despojen del mundo! Que me arrebaten de todo!
Nada necesito, nada necesito, sólo corazón para sentirte
Y si quieren que me lo apuñalen quince veces
Que tu violín llorando se clava en mi vientre
Y ningún silencio podrá fusilarlo.

Seductora y señora de mis obras,
Entrego a ti mi inspiración,
Amante de mi amor secreto
De mis arranques y de toda mi pasión...

Quién más que tú, Soledad
Para confiarte todos mis anhelos
Quién mas que tú que te embriagaste de mis lagrimas
Y cantaste los deleites de mi cuerpo.

La dama que me trajo al mundo,
La que acompañó mi libertad,
que me presto sus manos, sus alas para aprender a amar,
a amar como lo hacen los cobardes,
a vivir como lo hacen los amantes.
Con unos versos tras la espalda y un fusil en la garganta.

Mi amor imposible, mi fecha marcada,
Si yo supiera expresarte entera
No estarían mis labios lavando tu pecho de tibio dolor,
No estaría mi cuello viendo rodar crudeza,
Ni mis entrañas temblarían al dibujarte en tu esplendor.

No te separes de mí, pequeña confidente,
Aún cuando se acorte el camino rocíame de ti.

Viste mi altar de luto que se va acercando el fin
Y yo me marcharé contigo,
Tocarán tus violines desgarrantes para mí.

No me duele dejar el mundo ahora.
No quiero existir fuera de ti, te ruego, te suplico nana mía,
Seca mi vida en este instante, entra con tu canto a envejecerme,
Dame más para morir.

Qué agridulce me es la desgracia de saberte siempre conmigo,
Qué profundo el abismo que me traba frente a ti,
Qué infinito el suspiro de tu sombra,
Qué dicha que mi encierro seas tu.

¡Ay! Que oscuridad tan amarga la que me deja en este olvido,
Qué vació me rodea para necesitarte siempre conmigo.

Nada necesito para estar conmigo, Soledad,
Que hacer el amor contigo
Y desistir de la vida y de los cuerpos
Y seguir el dulce rastro de tu rostro de caprichos y alegrías
Que me ordenan a dormir y me arrebatan con los dientes mi pasado.

Nada necesito para estar conmigo, Soledad,Que estar contigo.

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