sábado, 8 de noviembre de 2008

Tiempos de sequía.

No es ni miedo ni soledad,
No es la noche ni la luna,
Ni la lluvia ni el silencio.

No es ya siquiera melancolía
Ni la sequedad de la boca cuando te despiertas,
No es el hastío frío que cobija mis entrañas
Ni la acidez de canciones minusválidas.

No son mis pestañas
Que se desprenden de mis ojos
Como el otoño las arranca de los árboles.

No es mi tiempo ni tu duración,
Ni el tren, ni el humo, ni la rendija de ventilación.

No son tampoco los pliegues de las nubes
No es el cigarro ni el alcohol,
No es siquiera el sexo desenfrenado
Ni un “no te vallas, por favor”

No es mi cuerpo el que pesa demasiado
Son mis pies que no pueden avanzar,
La ceguera, la profundidad inalcanzable,
Las tentaciones que vienen y se van.

Soy yo enfrentándome al espejo,
Descubriendo la carencia de color,
Anhelando ser un poco más violeta,
Matando la ausencia de dolor.

No soy yo la que no existe, no soy yo la que está ciega,
Es el espejo de enfrente el que sigue sin quererme hablar.

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