Tal vez en ese estante te escondes,
entre los libros y palabras empolvadas,
oscura, olvidada muñeca fea,
relfejo de la deserción de la justicia
y la humanidad concientizada en decadencia.
Si pudiera yo sacarte de tu celda,
y soplarte y desempolvarte,
y abrazarte fuerte cual demente
aferrada a tu débil figurilla.
Si tan sólo regresaras y gritaras,
sólo para recordar que sigues viva
y que ese rincón tan tuyo es donde
a ojos cerrados me aferro
cuando la crueldad de la realidad amenaza
también con invadir los sueños.
Una luciérnaga apagada
Hace 5 años
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