lunes, 10 de noviembre de 2008

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Este maldito jadear que no me deja,
Este esfuerzo que se queda en blanco,
De querer pensar ¡de destrabarme!,
Con todas las esperanzas sobre los hombros
La miseria ya comienza a asfixiar.
No soy, lo sé, no soy lo que pensaban…
No soy ni siquiera lo que espero para mí…
Jorobada, deshecha y rota,
Blasfema y mentirosa, insignificante al fin.
Un poco más humana, un poco más cobarde,
Un poco más materia y un poco menos todo.
¿Más cerca del cielo o del infierno?
¡Este impaciente corazón que no quiere dejar de palpitar!
La decepción que se me clava por en medio,
Entrando por abajo del ombligo,
Devorando mis entrañas sin piedad,
¡Ay! ¡Que no entiendes que me duele!
Que me duelo en la miseria de ser inerte.
Deja los zapatos frente a la puerta, compañera,
Melancolía, qué barato es mi sentir,
Que cruel el sabor de la hiel del abandono,
¡Que infamia! ¡Qué desgracia la que me tortura!
Tan barato el precio y con los bolsillos rotos,
El pantalón deshecho y palpitando apenas las ganas de seguir.

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